27 de Julio de 2009
Crudo Invierno / Sin luz,
calefacción ni teléfono
Frapal, un paraje aislado por la
nieve
La tormenta dejó a
los habitantes sin los servicios básicos, al punto de que
derriten hielo para obtener agua; mejora el tiempo
La ronda
de mate de la mañana, con los últimos amargos servidos desde
la pava vieja y tiznada al calor del fogón, está justo al
lado de la tina metálica cargada de nieve puesta a derretir
para reponer algo del agua que, desde hace dos días, escasea
tanto como la energía eléctrica y el gas.
"Nunca
se había vivido algo igual", cuentan Mabel Andreu y José
Arenzo, al frente del parador La Familia, en la intersección
de las rutas 51 y 72, convertido en el corazón de Frapal, un
paraje habitado por apenas 13 vecinos que quedó aislado
desde el miércoles pasado como consecuencia de un temporal
intenso de viene y frío.
Las mismas carencias las
comparten vecinos de las estancias de la zona, donde desde
ese día sólo tienen acceso a luz mediante velas, y calor a
fuerza de leña del el hogar o de las siempre rendidoras
cocinas económicas. El único teléfono público no funciona y
los celulares ya se quedaron sin baterías. Y para poder
salir necesitaron tractores o vehículos doble tracción.
Una de las consecuencias de la ola de frío de esta semana,
fue el corte de la ruta 51, a la altura del paraje Frapal,
en donde sus habitantes quedaron sin agua, sin gas y sin luz
Con estas condiciones, el único enlace con Coronel Pringles
es la radio del móvil policial que comanda el oficial Lucas
Banfi, a cargo del Destacamento Rural Frapal. Frente a su
puesto, el miércoles por la noche, había más de un metro de
nieve. Imposible de sortear para decenas de vehículos, entre
ellos camiones y micros colmados de turistas, que quedaron
varados sobre la ruta 51.
Algunos de esos viajeros, con ayuda de bomberos y máquinas
viales, pudieron ser evacuados y derivados a Coronel
Pringles. Otros, más de 60, cenaron y durmieron en el
parador La Familia, incluidos algunos pacientes que iban
camino a Bahía Blanca para atenderse en el hospital.
"Tratamos de dar una mano a esa gente en una situación
inesperada", explica Mabel, que alojó y dio de comer a los
huéspedes que ya continúan su viaje.
Tanto en La Familia como en El Jabalí, otro parador donde se
puede comer, vivían una paradoja: cercados por la nieve,
sufrían por la suerte de mercadería fresca que necesitaba de
las heladeras que no funcionarán hasta tanto retorne la
electricidad. La tarea parece difícil: cayeron 11 columnas
del tendido eléctrico general y otras dentro de las
estancias.
Con mejor clima, anunciado a partir de hoy, con mínimas de 0
grados para áreas suburbanas (2° para la Capital) y máximas
de 13° para ambos destinos, el servicio se normalizaría
pronto.
José Bernat, al frente de la gomería de Frapal, poco podía
esperar ayer para reparar neumáticos cuando no había
electricidad para que funcionaran los compresores de aire.
Tampoco podía verificar los parches: la vieja bañadera donde
los pone a prueba tenía el agua convertida en un sólido
bloque de hielo. Igualmente, tuvo trabajo y terminó agotado
en ambas jornadas. Pala en mano, ayudó a abrir camino a los
autos sitiados por la nieve. "A Axel, mi hijo de tres años,
lo mandé para Pringles porque acá la situación sigue
complicada", comentó.
Sobre el asfalto de la ruta 51 quedaban anoche pocos
sectores de riesgo por escarcha en el área conocida como El
Despeñadero, donde en la madrugada de anteayer se acumuló
casi un metro y medio de nieve. Más de 50 camiones, que
habían aguardado mejores condiciones en Pringles, avanzaron
con rumbo sur durante la víspera y, a paso lento, dejaron el
pavimento libre de obstáculos.
En Frapal, 13 vecinos esperaron la caravana
con enorme hospitalidad y la esperanza de que, en alguno de
esos vehículos, llegara agua y alguna garrafa que tanto les
hacen falta.
Reproducción textual de la nota de
Darío
Palavecino, enviado especial a Coronel Pringles por el
diario La Nación.